Les llamabas "las fiesteras"
porque solo las veías los viernes.
Se te iluminaba la cara cuando las veías aparecer,
por la vía Venus,
calle arriba.
Jugabas primero en la plazoleta
y luego te aventurabas al misterio.
Camino recto con dos bocacalles.
Salían dando tumbos,
asfixiadas del local de siempre.
Te miraba y sonreías.
Ahí estaban
donde las dejaste.
Las veías desde lejos,
te gustaba contemplarlas distantes.
A veces ni se daban cuenta de que las mirabas.
En el reencuentro
las abrazabas
hasta ahogarlas en su propia risa.
(Por Laura Díaz-Meco)
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