viernes, 10 de agosto de 2012

La fuerza del lago

Éste del que hablamos era un lago como cualquier otro, o quizás no, quién sabe. Lo que lo hacía distinto, si alguna distinción había, eran sus aguas, no su tamaño o su caudal, sino sus aguas.
Cuando los niños se acercaban a sus orillas, los primeros días de verano al salir de la escuela, a lanzar piedrecitas a la superficie, éstos descubrían asombrados que el lago no se movía. Las piedrecitas chocaban, rebotaban o quedaban eternas en el ondear de sus aguas, sin hundirse un ápice.
Y si otros, vestidos con sus bañadores a rayas, trataban de hundir sus cabecitas en el frescor que creían adivinar, encontraban sus rostros aplastados contra las olas, sus mofletes desinflados, pero sin lograr jamás provocar la más mínima alteración en el movimiento natural de las aguas del lago.
Se iban los niños y aparecían pequeñas fochas, patos, y hasta un ganso solitario huído de algún corral. Por más que agitaban sus torpes patas en la superficie, o caían una y otra vez sobre sus ondulaciones, éste se mantenía inalterable a sus continuos graznidos, que parecían suplicar por un poco de agua. El lago, como queda dicho, no se movía.
El viento que una tarde soplaba desde el oeste, amenazando con someter bajo su invisible potencia al álamo más valiente, no era capaz, ni una sola vez, de alterar la más superficial de las aguas del lago, éste ondeaba a placer su ritmo natural y eterno.
Cuando el sol alcanzaba el cénit de las doce en los calurosos días de verano, y miraba al lago sin parpadear, imprimiendo un calor extremo al aire que patinaba sobre el agua, ésta no se evaporaba, quizás jamás se calentó, o si lo hizo, fue por propia iniciativa del lago.
Niños, aves, viento y sol, ni uno en su eterno afán de modificar la voluntad del lago, fue capaz de conseguirlo.
Ésta, como queda dicho, era su fuerza. Quién sabe si algún día será también la mía propia.



Juan Manuel Díaz Ayuga

3 comentarios:

  1. hay que seguir adelante.
    Es importante no dejarse condicionar por lo que dicen los demàs y hay que tener fé y confianza en nosotros mismos y nuestras capacidades.
    ^_^ precioso!

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  2. Unas imágenes bellísimas :) Los niños me han encantado, y la atmósfera del relato-poema (barriendo pa casa, jaja) engloban ese final que se hace propio.

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